EL SILENCIO DE LO NO DICHO
ES TU CÁRCEL INTERIOR
Por Analia Forti
Cuando nos
habituamos a silenciar nuestro sentir y creemos que con esta actitud estamos
“evitando”
problemas,
discusiones, enojos y nos identificamos con esta falsa creencia de que el
silencio es saludable, comenzamos sin saberlo a construir, los muros férreos de
nuestra cárcel interior.
Un
silencio de máxima seguridad del cual ya no tendremos el valor de intentar
huir, porque si bien es reclusión de nuestro sentir también es refugio y quien
nada dice, de nada puede ser acusado ni culpado, solo puede ser
responsabilizado de su vivir inauténtico, de una existencia sentida pero
silenciada.
La cárcel
interior del silencio autoimpuesto suele ser una engañosa manera de establecer
vínculos, sean familiares, amistosos, laborales o de pareja, ya que las
interacciones son desde lo no genuino del sentir de quien silencia aquello que
arde en su interior y busca un canal de salida que se le niega.
Callar
puede ser tino y templanza cuando el silencio es temporario y se debe a una
cuestión de adecuación al contexto, pero será poco saludable emocional y
vincularmente cuando se transforme en un modo de estar en el mundo, callado del
propio sentir.
He
observado que el temor que se oculta detrás del callar lo sentido es el temor a
las consecuencias de expresar mi sentir y el “cómo” decir lo que querría decir.
El “ como
digo lo que digo” se trata de un aprendizaje valioso, que consiste en expresar
siempre mi sentir precisamente como algo “mío” y no como una acusación, juicio
o calificación hacia la persona del otro.
Decir “ yo
me siento utilizada cuando me llamás porque necesitás algo y después pasan
meses y no sé de vos” no es recibido de igual manera que decir “ vos sos un
interesado que solo me llamás cuando necesitás algo”, la primer expresión es
autoreferencial y la segunda claramente enjuiciadora.
El secreto
de esta modalidad de comunicación es que nadie puede refutar, cuestionar o
enojarse con “ tu” sentir, vale decir que si vos “ te sentís utilizada” ese
sentir es tuyo y quien podría molestarse por que vos sientas de ese modo?. Sin
embargo cuando la comunicación es enjuiciadora y acusatoria, la actitud del
receptor será defensiva y pasará al “ataque” para defenderse y desde ahí habrá
una escalada de comunicación violenta hará imposible todo intercambio reparador
y se agravará el conflicto ya existente.
Aprender a
comunicar lo que sentimos sin enjuiciar al otro es un arte y un beneficio para
nuestra vida emocional, en la medida en que al abrir un canal de salida a
aquello que sentimos dejamos de obturar nuestra expresión libre y espontánea de
sentimientos y evitamos que todo lo no dicho se deposite en zonas corporales
que terminarán por estar “sentidas” y se manifestarán con dolor físico, reflejo
del dolor emocional.
Callar lo
sentido es silenciar tu vida emocional interna y construir una cárcel de máxima
seguridad emocional para cumplir tu autocondena a pena de silencio perpetuo.
Y si aún
comunicando tu sentir sin enjuiciar ni acusar al otro, éste se sintiera
molesto, ofendido o decidiera interrumpir su vínculo con vos, debo decirte que
quizás parte de los beneficios emocionales de tu decir sea el apartamiento de
tu vida de personas que no aceptan ni están dispuestas a recibir ni respetar la
expresión de tu sentir y en definitiva ¿ que valor tiene un vínculo con quien
no puedo ser quien soy ni sentir lo que siento y menos aún expresarlo?.
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