lunes, 19 de julio de 2010

EL AMOR COMO DECISIÓN


Entender el amor como un acto de la voluntad, lejos de quitarle todo su misterio lo que hace es revestirlo de certeza y lo convierte en un acto de responsabilidad.
Claro que es más agradable atribuirle características mágicas, dejando librada la responsabilidad de sostenerlo en el afuera, en el universo, en esta idea de un fuego sagrado que desaparece y cuando lo hace ya nada hay que podamos hacer… porque esta es su esencia misma… lo incierto y misterioso del amor…
Sin dudas, es más sencillo vivirlo desde este lugar de desresponsabilización.
En todo caso diré “Se acabó el amor” como si el amor fuera una sustancia consumible y quedaré libre de culpa y cargo por el hecho de que se haya consumido y hasta podría ponerme poética y argumentar con ojos húmedos que “ el amor es un fuego que consume, es un fuego eterno mientras dure…”
Quién se atrevería a decir algo en contrario de semejante afirmación…?
Ver el amor como un “acto de la voluntad” es solo para adultos responsables.
Tener plena conciencia de que decido hacerte depositario de mi amor en virtud de ciertos atributos y conductas que percibo en vos como amables y admirables y que si en algún momento desaparecieran o bien dejaran de resultar para mí admirables o amables puedo decidir dejar de hacerte depositario de mi amor, es como mínimo un acto de madurez y responsabilidad.
Así como decido depositar mi amor en vos tengo la capacidad de decidir dejar de hacerte depositario del mismo si acaso me dañaras, lo cual me hace un ser libre que es capaz de elegir a quien amar y me aleja de esta idea de víctima fatal del embrujo de un amor que se empecina en no soltarme aunque me destruya…
Pensar el amor como decisión no excluye el “sentir” el amor, ni el vivirlo en plenitud, simplemente nos permite sentirlo y vivirlo como adultos responsables de sus elecciones.
CLR. ANALIA FORTI

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