LO QUE NO QUEREMOS Y DECIMOS QUE NO PODEMOS
Por Analia Forti
Pareciera
que nos resulta muy costoso expresar nuestra voluntad tanto ante los otros como
ante nosotros y es por esto que le hemos encontrado un disfraz a esa voluntad
que expresa nuestro deseo y la transforma en aceptable tanto para los otros
como para nosotros aunque el precio del enmascaramiento sea ubicarnos en un
lugar de víctima incapaz, que “queriendo no puede” , aunque sabemos en nuestro
fuero interno
que no somos ni víctimas ni incapaces porque “ pudiendo no quisimos”.
Cuál es el benefició secundario que obtenemos de
ubicarnos en esta posición débil de personas incapacitadas de llevar a adelante
su querer invocando como excusa absolutoria el “ no poder”…?
Quizás en único beneficio sea no hacernos
responsables como adultos de nuestro deseo auténtico y así tener el valor de
afirmar que no busco trabajo porque NO QUIERO, que no cocino porque NO QUIERO,
que no plancho porque NO QUIERO, que con tal o cual persona no me relaciono
porque NO QUIERO, que no llamo a este o aquél familiar porque NO QUIERO y que
las fiestas no vamos a pasarlas con estos o aquellos porque NO QUIERO.
No quiero, No quiero, No quiero, No quiero, No
quiero
En cambio, el entrañable y amigable “no puedo” suena
a deseo impedido por las nefasta circunstancias del afuera
y es por tal
absolutorio de toda responsabilidad.
Me encantaría ir a verte pero NO PUEDO, ojalá
vivieran más cerca para pasar las fiestas con ustedes pero
NO PODEMOS,
más que nada me gustaría poder cocinar yo misma para mi familia pero NO
PUEDO.
No puedo, No puedo, No puedo, No puedo, No puedo
PUEDO PERO NO QUIERO
Cuál es el problema que encierra esta sencilla y
auténtica expresión?
EL TEMOR A LA NO ACEPTACIÓN DEL OTRO, a que se enoje
por mi “ no querer lo que no quiero”, un temor tan absurdo como que alguien
sienta enojo porque otro no siente el mismo deseo que él en el mismo momento y
ante esta no coincidencia de deseos se enoje…
Vincularnos con otro implica como toda interacción
el intercambio de deseos y la aceptación de que existan deseos diferentes entre
ese otro y yo, cuando esto no sucede y no puedo hacerle lugar al deseo
diferente del otro, cuando no hay lugar para dos deseos, nuestras interacciones
vinculares entrarán en un terreno difícil que sería prudente trabajar como
parte del desarrollo personal , ya que estando el mundo constituído por mí y
por otros, será necesario interaccionar en forma permanente con deseos
diferentes a los propios y en caso de no poder hacerlo se verán afectados todos
mis vínculos interpersonales y la calidad de mi vida emociona se irá
deteriorando inevitablemente.
DESENTENDERME DE LA REACCIÓN DEL OTRO es mi derecho
cuando de expresar mi auténtica voluntad se trata y no vivir declarándome NO
PUDIENTE cuando soy un NO QUERIENTE.
Si no querés, expresarlo te ubica en el lugar de
protagonista de tu vida, de tu historia, te hace responsable de tu voluntad, de
tu deseo y de tu ser.
Si no queriendo decís que “no podés” para minimizar
las consecuencias de tu auténtica voluntad, estás actuando un personaje que
víctima de sus partes no crecidas, elije justificarse antes que
responsabilizarse por ser quien es y querer lo que quiero o no querer lo que no
quiere.
Temporariamente el “ no puedo” resulta más cómodo
aunque menos genuino, pero en el largo plazo es el
“ no quiero”
quien nos constituye como adultos responsables.
Que increible, como se enoja el "otro" cuando uno dice NO QUIERO, y sin embargo el NO es TAN SANO en ciertas ocasiones
ResponderEliminar